«…te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes.»
La Maga, Rayuela
Miguel Antonio es un niño simple. Tan pero tan simple que parece complicado.
«…te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes.»
La Maga, Rayuela
Miguel Antonio es un niño simple. Tan pero tan simple que parece complicado.
Billy Elliot, la película del niño de 11 años que prefirió aprender ballet en vez del boxeo y que le crea tensiones a su familia, que está metida en una dura huelga de trabajadores, muestra una frase que es genial y que podría (debería) extenderse a todas las profesiones.
Si en algo envidio al Supermán con poderes
es que tiene supervelocidad
y es capaz de recoger en el aire
los anteojos de Clark Kent
si es que su hijo se los tira jugando
O porque tiene visión de Rayos X
y puede ver incluso cuando
los anteojos se le nublan cuando
toma sopa muy caliente
Pero en lo que me debe envidiar el Supermán con poderes
es que él usa sus anteojos para esconderse,
mientras que yo los uso para enfrentar al mundo con valentía
y que me bastan para tener una supervisión 20/20
¡Pobre, Supermán! Escondido detrás de su miedo
a ser descubierto y quiere achicarse detrás de los cristales
mientras yo me agrando y no necesito de más
superpoderes para verte
* A Lulú
No soy de los que me despierto de mal humor.
Al contrario, amanezco feliz
y porque detesto la estaticidad
me es imprescindible salir
a demostrar lo que hay dentro de mí
pero poco a poco la alegría se va borrando de mi alma
para dar paso a las mezquinidades cotidianas:
Lo confieso: soy muy envidioso. Envidio el cariño, los aplausos, los besos, los abrazos, los premios y todas las formas de reconocimiento que reciben los demás.
El ambiente apesta, irremediablemente, a cheque,
y los cobradores lo saben.
El trabajador recibe con angustia el pago;
ya no es ni siquiera puede estar contento por unos minutos
sabiéndose que su billetera rompió la dieta
que hizo por casi un mes.
Al terminar su labor, el trabajador se irá,
irremediablemente,
rumbo al banco para sacar su salario.
Si tiene suerte, lo atenderán hoy mismo,
luego de sortear una eterna cola.
Todos sufren por lo mismo en la fila,
pero nadie se compadece por el de adelante,
o por el de atrás.
Solamente alcanza para estar pendiente
de que un cajero se apure y se desocupe
para pasar a recoger un sueldo que
lejos de alegrar, acongoja.
Así, los dueños del mundo nos tienen atados;
ellos pagando para que,
irremediablemente,
de inmediato se los devolvamos
en forma de préstamos, alquileres y deudas por cobrar.
La única diferencia es que por algunos segundos
nos sentimos dueños de nuestro salario.
El ambiente apesta, irremediablemente, a cheque.
Y los dueños del mundo lo saben.
Se enojan un poco al pagar,
para que no sospechemos.
Obviamente, no es la primera vez en el mundo que un personaje de la farándula llega al poder, tal y como ocurrió con Jimmy Morales en Guatemala. Lo que sí es que en nuestro país se consolidó la estrategia y no cabe duda de que, en breve, eso podría estar sucediendo en Centro y Suramérica.
Ser jefe es lo peor que te puede pasar. Al principio, cuando finalmente te ascienden, pensás que finalmente lo habías logrado, y que, ahora sí, todo iba a mejorar, no solo para tu economía familiar, sino que para el trabajo mismo, porque seguramente ya estabas harto de tu jefe anterior, quien hizo bien en irse o morirse, o saber qué le pasó, porque ya nadie lo aguantaba, especialmente vos.
En alguno momento, jamás pensaste que asumirías, porque al jefe anterior parecía pegado con chicle en el poder, y creías que difícilmente lo despedirían, ya sea porque era el dueño de la empresa (o el hijo), o bien era alguien de confianza del dueño, así que no creo que lo hayan despedido.