Ti ri ri ri ri ri ri rín, ti ri ri ri ri ri ri ri ri ri. Así sonaba (o algo así) el carrito de helados Chipsy, con la melodía de El Golpe de Scott Joplin, charleada por los altoparlantes sheretos que ya no daban a más. “Aquí están sus helados; vainilla, fresa, chocolate, ron con pasas, arcoíris. Venga ya por sus helados. Únicamente a un quetzal”, decía (o algo así) la voz masculina que ya no mucho se entendía, pero que todos comprendíamos bien lo que decía.
Uno de esos últimos carritos se ven ahora en el Parque Centenario, zona 1 capitalina (sí, ese en donde está la Concha Acústica) los domingos, solo que ya no hace sonar la musiquita, porque el altoparlante se arruinó. Además, ya no valen un quetzal.
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