Cuando nacemos, aún tenemos ese período de gracia en la cual permanecemos bajo la mirada y oído constante de nuestros padres, en esa especie de bolsa de canguro que le llaman cuna. Pero luego, la vida cruel hace que a los meses te lancen al mundo a través de tu cama.
Tu cama, es decir, cuando pasas a dormir en ella, es tu ingreso a la vida real. Es cuando, por fin, te despegas del ojo vigilante de tus padres, y debes sobrevivir por ti mismo, incluyendo a esos monstruos que habitan debajo de ella.