En una lejana aldea, conocida como Hamelin, de un país muy lejano, hubo una epidemia de ratas y ratones que había surgido por la dejadez de las autoridades, pero también de la población. La plaga se había apoderado de tal forma del poblado, que afectaba todos los ámbitos, desde el personal y familiar hasta el social.
Lo asombroso es que a nadie le importó saber qué causó esta epidemia. Para muchos, las causas, obviamente, eran la falta de higiene, de políticas públicas, así como de no haberse ejecutado los fondos públicos que se habían destinado para prevenir desastres. Las autoridades ya se habían acostumbrado a reaccionar ante las malas noticias, y la población había dejado de exigir programas de prevención.