La última vez que metieron miedo para un Mundial aún se llamaban Unión Soviética y fue para México 86. Lideraron el Grupo C, donde estaba el entonces campeón de Europa, la Francia de Michelle Platini y una generación de lujo.
En octavos de final, protagonizaron uno de los mejores partidos de ese Mundial, ante Bélgica. Tras quedar empatados 2-2 en 90 minutos, la Legión Belga de Jean-Marie Pfaff los dejó fuera con un 2-1 en tiempos extra.
Después de eso (excepto por la Eurocopa de 1988, en que quedaron en segundo lugar, solo detrás de Holanda), ya no metieron miedo. El Ejército Rojo hizo el ridículo en Italia 90 al quedar fuera en primera ronda. El desvanecimiento de la Unión Soviética ya se respiraba y luego, como Rusia, no volverían a figurar.
Les costó clasificar a Mundiales y, cuando lo hacían, quedaban igual eliminados en primera ronda, como hace cuatro años, en Brasil. Mal augurio para su Mundial.
Vladimir Putin no es fanático del fútbol. Es más adepto a los deportes de invierno. Aún así, Rusia se planteó la misma vía que Brasil, de aprovechar su auge económico para organizar Olimpiadas y Mundial, aunque en el caso ruso fue la Olimpiada de Invierno de Sochi.
Putin fue muy lacónico en la inauguración. Sin muchas palabras, dio por inaugurada la fiesta. Sin embargo, no pudo no sonreír ante el resurgir de su equipo. El Ejército Rojo volvía a funcionar.
Fue como un resurgir, pero no podía ser así nada más. Tres de los cinco goles vinieron de la banca. Denis Cheryshev, ese mismo lateral que creció en las filas del Real Madrid y que desecharon tras una lesión de ligamentos cruzados y luego de que cometieran un error al incluirlo en un partido de Copa del Rey cuando estaba amonestado, fue el protagonista.
Ingresó de cambio por Dzagoev y llamó la atención por anotar dos golazos. El primero, al hacer un recorte espectacular, levantando ligeramente el balón para que dos defensas árabes pasaran de largo y luego anotar solo frente al portero. Una anotación vistosa por el recorte. En el segundo tiempo, anotaría el segundo, otro gol espectacular por el efecto que le dio con el borde externo, ese chanfle que no le sale a cualquiera. El balón mide al portero, que se estiró, pero desde que salió del pie se sabía que no tenía oportunidad.
Otro surgimiento de la banca
Artyom Dzyuba recién había ingresado al campo, por la “estrella” del equipo Fyodor Smolov. El técnico ruso, Stanislav Cherchesov, se dio cuenta de que la defensa saudí no era muy efectiva en el juego aéreo y hace ingresar a Dzyuba, quien ganó con facilidad un centro bastante cómodo y venció al arquero.
Cherchesov también es un resurgimiento. Fue apenas en agosto de 2016 que tomó las riendas del equipo, luego de la salida de Fabio Capello, una luminaria desde el banquillo para el fútbol mundial.
Cherchesov es un técnico obrero, que sabe que el trabajo es lo único que queda. Como obrero, no gusta de las estrellas que no se comprometen, como Alexander Kokorin, el delantero “estrella” de Rusia, que deslumbra por sus goles, pero que también fue visto en una discoteca pocas horas después de que Rusia no clasificara a la Eurocopa.
La gran estrella
Más allá del delantero Smolov, que fue sustituido, la gran estrella es Aleksandr Golovin, con apenas 21 años, pero que seguramente en la próxima temporada europea de le vea en un equipo grande, como la Juventus o el FC Barcelona. Su actual equipo, el CSKA de Moscú, no le contempla un contrato muy alto y puede ser que le salga caro.
En el partido inaugural de Rusia 2018, dio muestras de su valía. Dio dos asistencias, para el primero de Cheryshev y el centro perfecto a la cabeza de Dzyuba.
Y cuanto el tiempo se extinguía, cuando los jugadores bajan los brazos en tiempo de reposición, él buscó su propio gol. En el filo del área grande, le cometieron falta y él mismo la cobró. Si bien los expertos hubieran dicho que era ideal para un zurdo, él buscó con la derecha y la metió justo a la par del poste izquierdo del arquero, donde no llegó por más que se estiró. Sin duda, una noche redonda para el número 17, un dorsal del que pocos pretenden ese número, alejado del 10 de Smolov, quien fue sustituido y no colaboró ofensivamente en los goles.