«…te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes.»
La Maga, Rayuela
Miguel Antonio es un niño simple. Tan pero tan simple que parece complicado.
Es feliz con un trozo de lana, porque juega a que del otro lado hay un barrilete imaginario, que él vuela sin esfuerzo y que lleva su mensaje al Cielo.
Mientras no le interrumpas su juego, él será feliz. Sin embargo, a la gente le podrá parecer que es imposible que un niño pueda ser feliz con un trozo de lana.
Entonces empiezan a inquietarlo. «No prefieres jugar pelota, o ver televisión?» Y él, ensimismado, parece no molestarse, hasta que la insistencia es demasiada y entre un «Dame un abrazo» y un «Juguemos a otra cosa», su fragil felicidad unida a un trozo de lana parece evaporarse y entonces un grito de incomprensión parece salir de sus dientes, seguido de un llanto desesperado, porque se sabe incomprendido.
Entonces, la gente dice» «Qué niño tan complicado!», cuando en realidad es lo contrario, que es simple, que es dulce, pero parece que nadie se da cuenta.
Entonces me ve y quiere encontrar consuelo y me pide un abrazo.
-Sabes qué? Todos los abrazos que necesitas, qué casualidad!, los tengo yo; solo yo. Si alguien más te abraza, considéralo ganancia – le digo mientras lo cargo y le tomo su cabeza para recostarlo sobre mi corazón, para que escuche lo que yo no alcanzo a decirle.
Miguel Antonio es tan simple, pero tam complicado a la vez.
Miguel Antonio, si necesitas encontrar una persona que te sepa especial, sabes que al menos en mí encontrarás eso. Y si alguien más lo llega a saber, será una ganancia.
Mi osito hormiguero, mi gatito blanco, mi Rocamadour, mi cachorrito de león, mi canillita de leche.