“Ni corrupto, ni ladrón”: análisis de discursos de poder detrás de esta frase

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Obviamente, no es la primera vez en el mundo que un personaje de la farándula llega al poder, tal y como ocurrió con Jimmy Morales en Guatemala. Lo que sí es que en nuestro país se consolidó la estrategia y no cabe duda de que, en breve, eso podría estar sucediendo en Centro y Suramérica.

En el siglo XXI, en Italia y en Grecia, grupos autodenominados de “antipolítica”, liderados por comediantes y otros personajes ajenos a la política, ya estuvieron a punto de alcanzar el poder; debido a no contar con la mayoría absoluta, en la repetición el votante actuó con mayor coherencia y los descartó.

Anteriormente, ya lo había hecho Ronald Reagan, un actor no tan renombrado, pero actor al fin. Y en México, los presidentes made in Televisa se estrenaron con Enrique Peña Nieto, más parecido a un actor de telenovela que un político, y que lo hicieron ganar impulso con una boda de farándula, con Angélica Rivera, que por esa época era de las que gozaba de más popularidad. Y en la misma vía parece encaminarse el Gobernador de Chiapas, casado con la cantante y actriz Anahí.

¿Qué tuvieron en común todos estos movimientos, desde Europa hasta Guatemala, pasando por EE.UU. y México? El sentimiento anticorrupción. En Italia y en Grecia fue la certeza de que la clase política había dilapidado los recursos, mientras que en Estados Unidos, Reagan reinstauró el régimen ultraconservador, tras la crisis que dejó el Caso Watergate de Richard Nixon y que ni Gerald Ford ni Jimmy Carter lograron devolver la confianza, sobre todo para el consumidor. En México, simplemente el PRI lo utilizó para volver a la dictadura perfecta que mantuvo por más de 70 años.

Caso Guatemala

En el caso de nuestro país, la estrategia fue sui generis, sobre todo porque se alejó de las características caudillísticas de los partidos políticos. El político tradicional nunca ha pensado en formar un partido para llevar a otro al poder, sino que se piensa más en sí mismo. Y cuando llegan a quedar, ese partido muere. Tampoco el ciudadano promedio se muestra muy afín a participar en política.

¿Qué hizo que cambiara la estrategia? Quizá la certeza de que los políticos de un partido estén conscientes de que no son tan populares para alcanzar el poder, como no lo entiende Juan Gutiérrez o Aníbal García, por ejemplo. También puede ser una conocida estrategia de políticos de antaño que solo buscan una figura “jaladora” de diputaciones, pero que no esperan ganar la Presidencia, que es lo que ocurre con Alejandro Giammattei o Eduardo Suger, sin los bríos suficientes para ganar una Presidencial, pero que le han hecho el favor a otros políticos de llevarlos al Congreso sin que ellos se den cuenta de que son usados.

No cabe duda de que la coyuntura ayudó a Jimmy Morales. Sin que se destapara la corrupción del Estado por parte de la CICIG y el MP, el ahora presidente electo hubiera corrido la misma suerte que hace cuatro años en las municipales de Mixco: todos lo conocían, pero nadie hubiera estado dispuesto a votar realmente por él.

Pero ahora, con poco presupuesto logró ganar la primera vuelta. Ante el fenómeno, todos quisieron montarse al tren de Jimmy Morales y, sin que lo necesitara, aceptó un costoso call center, vallas publicitarias, entrevista con Ángel González y, por último, spots radiales, todo ello cuando la intención de voto hacían innecesarias esas negociaciones. De igual forma, negoció apoyos con otros partidos políticos, cuando ya no había falta.

Entre estas negociaciones, el sector empresarial, en especial el G-20, vio con buenos ojos que alguien “nuevo”, “ni corrupto ni ladrón” llegara al poder y él fue uno de quienes recibió su fichita y los aportes fueron mayores a medida de que las encuestas de intención de voto lo favorecían.

¿Por qué este interés del G-20?

En los últimos años, especialmente en los gobiernos de Alfonso Portillo y Álvaro Colom, los empresarios emergentes empezaron a apostar también a la política, y los políticos empezaron a apostar por convertirse en empresarios emergentes, financiando todo esto en un círculo vicioso proveniente del dinero público y que era pagadero, con cheque en blanco, con contratos públicos.

Pero finalmente la serpiente se mordió la cola y mientras los empresarios emergentes hacían crecer sus fortunas, el G-20 miraba con preocupación este emparejamiento, por lo que decidieron sumarse también al movimiento anticorrupción, para evitar que políticos y emergentes hagan acrecentar más sus fortunas.

La consigna ahora para quien llegó al poder con el lema de “Ni corrupto ni ladrón” es no permitir la corrupción entre ese sector emergente. En general, para la población todo seguirá más o menos igual; tan solo se vislumbra la caída de algunos políticos y empresarios emergentes, y que desde ya lo estamos viendo: Otto Pérez, Baldetti, Juan Carlos Monzón, Juan de Dios Rodríguez, Gustavo Alejos, Manuel Baldizón, Luis Gómez (Transurbano), Chico Dólar, diputados, etc., es decir, los nuevos ricos que no son parte de los de la foto y que deberán salir del juego y, además, devolver los bienes.

El apoyo del Cacif para continuar con el Caso La Línea se produjo hasta que hubo certeza de que la mayoría de “empresarios” que hacían uso de este sistema no pertenecía a los grandes empresarios; salvo uno o dos, la mayoría son “chancleteros”, que han acumulado grandes riquezas por sus ventas al menudeo.

Otros indicios de este movimiento del gran empresariado para recuperar el poder está en las recientes leyes aprobadas por el Congreso: la Ley de Tarjetas de Crédito y la Ley de Contrataciones del Estado.

Esta última estará encaminada a cortar la fuga de dinero hacia los empresarios emergentes, para que el Estado continúe negociando solo con las grandes empresas.

En cuanto a la Ley de Tarjetas de Crédito, que más que regular el servicio, está cortando las posibilidades de que los bancos emergentes en el país (Citi, Ficohsa, Promerica, etc.) dejen de enriquecerse con los altos intereses, y mantener el statu quo de los grandes bancos y que solo para estos sea rentable ofrecer tarjetas de crédito, lo cual no han estado muy enfocados, porque están enfocados últimamente en expandirse por Centroamérica.

En otras palabras, lo que en verdad quiere decir el lema de campaña del ahora Presidente Electo es “No más corruptos ni ladrones, porque ya estamos cabales”.

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