Novelas antimineras y antiimperialistas del siglo XX

mineros
A principios del siglo XX, la expansión del capital estadounidense por toda Latinoamérica, provocó una reacción adversa entre los novelistas. En las minas y grandes latifundios (especialmente de bananos y otras frutas) y otros proyectos (como el Canal de Panamá) hizo crear un sentimiento antiimperialista muy temprano, que maduraría hasta después de mediados de la centuria, sobre todo tras los conflictos sociopolíticos en Guatemala, Cuba y Chile.

Tras las novelas de corte regionalista, que surgen como evolución del naturalismo o, en términos más generales, narrativa de la observación, representada por el llamado grupo “Los seis de la fama”, entre 1908 y 1929 (La gloria de don Rodrigo, de Larreta; Los de abajo, de Azuela; El hermano asno, de Barrios; La vorágine, de Rivera; Don Segundo Sombra, de Güiraldes, y Doña Bárbara, de Gallegos), surgió una reacción antiimperialista, con una serie de novelas, que serían el enlace directo entre este sexteto y otras más logradas, como las indigenistas (Huasipungo, de Icaza; El indio, de López y Fuentes, y La serpiente de oro y El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría) o la evolución final con el realismo mágico de Miguel Ángel Asturias y de Alejo Carpentier.

Existen, pues, tres tipos de novela que se produjeron en reacción a la invasión económica de Estados Unidos en Latinoamérica, y como evolución al regionalismo-naturalismo de principios del siglo. Estos son: a) contra la minería, b) contra la explotación de los trajabadores, y c) antiimperialistas.

En el primer grupo, se encuentran las novelas que denunciaban la explotación minera y de recursos naturales no renovables. Entre este grupo, se encuentran A la costa, del ecuatoriano Luis A. Martínez, que es el ejemplo más temprano (1904), y que inspiró una serie televisiva homónima en ese mismo país en 1995. Asimismo, Baldomero Lillo, con sus cuentos de Sub Terra (1904-1917), y que también motivó una película en 2005, sobre las minas de carbón en Chile.

Una tercera es El Tungsteno, de César Vallejo, no tan conocida como su obra poética, sobre todo porque esta novela tenía un fuerte sesgo ideológico que devino en maniqueísmo, por lo que este autor prefirió no impulsar su novela. Sin embargo, logró influir en José María Arguedas, otro novelista peruano que fue parte importante del movimiento del realismo mágico, de mediados del siglo.

Por último, Mancha de aceite (1935) de César Uribe hizo lo propio para denunciar la explotación del petróleo en Venezuela.

Ahora bien, en el segundo grupo, las novelas que denunciaban la sobreexplotación de los trabajadores, especialmente en los latifundios agrícolas, sobre todo del banano, de la United Fruit Company, se encuentran dos costarricenses: Mamita Yunai (1941) de Luis Fallas, y Puerto Limón (1950), de Joaquín Gutiérrez.

Cabe resaltar que el culmen de estas novelas se encontrará posteriormente en la trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias, de Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960).

Por último, en la tercera tendencia, las novelas antiimperialistas, se encuentran dos: la más temprana, La sombra de la Casa Blanca (1927), del guatemalteco Máximo Soto Hall, que la publicó en Costa Rica, y lamentablemente es de difícil localización. Y Canal Zone (1935), del ecuatoriano Demetrio Aguilera Mata, publicada en Chile.

Como se observa, existe una relación de novelas que, podríamos decir, son de protesta, de reacción, antimineras o antiimperialistas, que van desde 1904 hasta 1941, período que coincide con la más fuerte expansión del capital estadounidense en Latinoamérica, acompañado del establecimiento de la doctrina del anticomunismo.

Sin embargo, cabe decirlo, la calidad literaria de estas novelas no fue la mejor, pero su valor consiste en ser testimonio de la lucha. Posteriormente, las novelas de Asturias y Carpentier sonarían más a nivel mundial, sobre todo por un mejor manejo del lenguaje, y posteriormente abriría las puertas a los escritores del Boom. Por ello, es bueno recordarlas y, si usted tiene un tiempo, podría leerlos y darse cuenta que de un siglo para acá, los discursos que fundamentan la explotación minera y la explotación de trabajadores en los latifundios, no ha cambiado mucho.

PS: Es una lástima que se desconozca en nuestro país esta novela de Soto Hall. Tal parece que en Costa Rica está mucho más discutida. Si se desea profundizar en La sombra de la Casa Blanca, acá un ensayo que reflexiona sobre ello: El puente y La sombra de la Casa Blanca, dos novelas ¿antiimperialistas? de Máximo Soto Hall” de Pablo Valle.

2 comentarios en “Novelas antimineras y antiimperialistas del siglo XX

  1. Me llegó el artículo!! Cuando tenés el contexto histórico te atrae más la novela. Por lo menos a mi. Buena onda por compartir…

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